Dinosaurios y otras rarezas
Siempre que visitamos una gran ciudad nos acercamos a visitar el Museo de Historia Natural. Nos encanta movernos entre esqueletos, fósiles, animales extintos y disecados y sobre todo admirar la arquitectura del edificio que lo alberga, que por lo general suele ser del siglo XIX, imponente y gigantesco.
El de Berlín no iba a ser menos, con sus tres secciones permanentes entre las que destaca la de paleontología, que es sencillamente espectacular, con ocho esqueletos completos de dinosaurios terrestres que escoltan a la estrella de la muestra, un braquiosauio Brancai del Jura, para que se hagan una idea vendría a ser el príncipe de los dinosaurios en cuanto a tamaño y altura.
Las otras dos secciones están dedicadas a animales disecados y a dioramas sobre la evolución de las especies y sobre el medio ambiente, y una de las mayores colecciones de minerales y piedras preciosas y semipreciosas que podemos encontrar en un museo.
Pero quizá lo que más impresiona del museo es la llamada Wet Collection, o Colección Húmeda, de inmenso valor científico y cultural.
El ala de este del histórico edificio, destruido al final de la Segunda Guerra mundial, fue reconstruido a conciencia y ahora alberga la extensísima colección, que comprende alrededor de un millón de especímenes zoológicos, desde arañas, peces y crustáceos a anfibios y mamíferos en 276.000 probetas y tubos llenos de 81.880 litros de etanol.
Les puedo asegurar que impresiona ver el enorme cubo de cristal que alberga la pequeña parte que puede ver el público de la enorme colección de estas "criaturas en conserva".
Tan sólo por disfrutar de este espacio, ya vale la pena entrar al museo.


