Como en casa en Groenlandia
Cuando llegas a Groenlandia vía Narsasuaq sientes que has llegado a un lugar especial, único en la Tierra.
Ya desde el avión que parte del aeropuerto doméstico de Islandia la llegada a Groenlandia produce un cosquilleo especial.
Desde arriba podemos ver perfectamente la banquisa fragmentada y el inlandis, la inmensa llanura helada que conforma gran parte de Groenlandia y le da esa imagen tan característica en los mapas.
El viaje desde Narsasuaq a Narsaq lo hicimos a bordo de una potente zodiac. 1 hora apenas en la que entras en contacto con los icebergs por primera vez como premonición de la aventura que hay por delante en 15 días de kayak y trekking.
Narsaq es una pequeña población del sur arrinconada en uno de los fiordos y con montañas imponentes y verdes valles que recuerdan nuestros Ordesa o Pineta.
Las calles sin una ordenación aparentemente lógica tienen el encanto de cualquier pueblo pequeño, casas de vivos colores, recuerdo de lo que antaño indicaba cual era la escuela, o el hospital.
Gentes con rasgos de auténticos esquimales inuit que te saludan sonrientes, seguramente agradecidos de ver turistas en su tierra.
Todo pasa tranquilo y silencioso en Narsaq, donde las apariencias engañan. El supermercado principal nada tiene que envidiar las modernidades del Corte Inglés, e incluso un pequeño y muy acogedor hotel lleno de turistas nórdicos veteranos tomando la última cerveza antes de las 18.00 en la terraza bañada por el sol de la suave tarde de Narsaq.
Aquí te sientes como en tu casa del pueblo, sin chorizos ni marranos corriendo por las calles, pero sabes que es un lugar en el que te gusta estar y al que desearás regresar tras el espectacular viaje que nos aguarda por delande con los kayak.
Pero esa será otra historia...