Javier Arnaiz
Un lugar en el que volver a los orígenes, encontrar la esencia que la urbe no te permite. Un espacio para ir sólo, compartirlo con tu pareja, tu familia o tus amigos... El desierto no deja indiferente a nadie, más aún si tienes la suerte de pasar una noc
Un lugar en el que volver a los orígenes, encontrar la esencia que la urbe no te permite. Un espacio para ir sólo, compartirlo con tu pareja, tu familia o tus amigos... El desierto no deja indiferente a nadie, más aún si tienes la suerte de pasar una noche durmiendo al aire libre pidiendo deseos a todas las estrellas fugaces que abarrotan el cielo marroquí en Merzouga.
Una experiencia que toda persona debería hacer antes de morir.