¡A pagar!
Hay contrastes realmente hermosos, lugares que parecen decorados de película, a los que sólo les falta los actores vestidos de época y un galeón cargado de tesoros.
Esta parte de Christiansted, una pequeña ciudad en Saint Croix, es deliciosa, tranquila y muy bien cuidada, espejo de la afabilidad de sus habitantes.
No tiene mucho que ver, apenas tres puntos históricos y un paseo por la orilla de la marina. Pero esos tres puntos bien merecen la pena.
Uno de ellos es la hermosa Casa de Aduanas amarilla que se asienta en el césped frente a la fortaleza de la ciudad. La aduana era el tercer edificio de paso en la obligada cadena burocrática del comercio local. Después de que los comerciantes pasaran por el puesto de pesaje que se encontraba en los muelles de Christiansted y el de inspección, su siguiente parada era la Casa de Aduanas para pagar los impuestos correspondientes.
La Casa de la Aduana se remonta a 1734 cuando fue residencia de una sola planta del contable comercial del muelle a la que luego se añadió el segundo piso según fue aumentando su importancia y necesidades financieras.
Esta fue la sede de la Compañía de las Indias Occidentales Danesas, y albergaba los bienes, las oficinas, el personal y los esclavos. Originalmente era tres veces más grande que la estructura actual, y su patio acogió algunas de las mayores subastas de esclavos en el Caribe. Una historia un poco triste, pero pertenece al pasado. Hoy alegra nuestros ojos con su colorido y su perfecto estado de conservación.
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