Pues eso, paseando por Salamanca...
Pues eso, paseando por Salamanca seguimos y descubriendo rincones de esta hermosa ciudad. Cerca de la Universidad Pontificia, nos topamos de golpe, con una enorme puerta de hierro, que está abierta, ósea, que es una invitación a entrar; una invitación que de buen grado aceptamos.
En cuanto cruzas la puerta de este Palacio, edificado en 1538 (y atribuido según la leyenda (curiosa leyenda, por cierto), al arzobispo de Santiago), topas con las figuras desnudas unas sobre otras que adornan las columnas y son un tanto inquietantes.
De aquí damos a un patio interior, de forma irregular, en el que se distingue una parte más antigua ,de estilo gótico, una galería renacentista (con arcos y medallones); la mezcla de la piedra y la madera tallada en figuras sobre nuestras cabezas(con una belleza que parece esconder un oscuro secreto )
El edificio fue usado como depósito de las hasta 1880, por lo que es conocido como “La Casa de la Salina”, y desde el siglo XIX es sede de la Diputación de Salamanca.
Antes de abandonar el lugar, vemos una oscura y pequeña escalera, que nos va a conducir a lo más profundo del Palacio, un pequeño cuarto sin luz que aún se conserva de los que se usaban para guardar la sal.
Su fachada es sencilla, pero muy hermosa, decorada con medallones sobre los arcos que adornan las enormes puertas, puertas que puedes cruzar sin pagar, ya que la entrada es, de las mejores, Gratis.
A disfrutar.