El pequeño Versalles
El más pequeño de los palacios de Luis II de Baviera está situado en una zona del valle de Graswang, muy cerca de la población de Oberammergau. Fue construido en honor al absolutista Luis XIV, el Rey Sol, a quien idolatraba, entre 1874 y 1878 en estilo rococó. El monarca utilizó el coto de caza de su padre para hacerse su propio Versalles, (o eso dicen, aunque en mi opinión se quedó solamente en la pretensión de ello) con parterres, laberintos, fuentes, lagos artificiales.
Este palacio fue el único que Luis II terminó y llegó a habitar. Detrás de una fachada rica en ornamentos del pequeño palacio se hace un verdadero alarde de ostentación: espejos brillantes, oro resplandeciente, cortinajes y pinturas, sedas y terciopelos, arañas de cristal, porcelanas. Visitar el interior de Linderhof es como pasear por la época de esplendor del Rey Sol.
Para mí lo mejor del Palacio es su entorno, está rodeado de hermosos jardines al estilo barroco, italiano e inglés y donde podemos encontrar pequeños edificios, entre ellos el Kiosco Morisco, un lago llamado “Cisne”, una gruta artificial con un lago artificial, donde a Luis II le gustaba remar mientras escuchaba música de Wagner. Todo esto hace que Linderhof sea un bello lugar majestuoso y mágico, es un placer pasear por él en época veraniega y observar sus esculturas alegóricas de los continentes del mundo, así como las diferentes estaciones.


