Uno de mis paradores favoritos
Este es sin duda uno de mis paradores favoritos junto con Corias y Cangas de Onís.
Situado en la Ribeira Sacra de Ourense, el mero hecho de aproximarse en coche, descendiendo después de haber subido la montaña para llegar a la hendidura en el valle en que se encuentra, resulta asombroso. Ver aparecer el edificio casi de la nada, dominando el valle desde su ubicación, majestuoso en su grandiosidad gris de piedra.
La restauración es muy cuidada, con uso medido de cristal y renovación de materiales antiguos. Las zonas comunes son preciosas, como no podía ser de otro modo, y la atención del personal, como no me canso de repetir en paradores, muy buena también.
Las habitaciones son amplias y confortables, la que nosotros ocupamos con vistas sobre el valle y haciendo esquina, impresionante si te coincide como a nosotros durante una tormenta, en la que pudimos ver como una ventana casi retumbaba con la tromba de agua mientras que la otra casi ni se mojaba, por el cañón de viento del valle.
Los salones y el spa son espectaculares. No en vano se eligió como el mejor parador de España en 2015.
Para concluir, desde la cafetería hay una puerta que da a varias rutas de senderismo por el bosque anexo al parador, que incluyen ver la antigua panadería en ruinas, entre otras construcciones desmanteladas, que pertenecían al antiguo monasterio.


