Grande y acogedora
Imaginemos, Sevilla a principios del siglo XIII, reconquistada con sangre y hierros por los cristianos que entran en ella con todo el ánimo de no volver a perder la joya de una corona ahora embellecida por los musulmanes que la han dejado atrás.
¿Qué mejor manera de afianzar el poder del rey que ahora la gobierna que edificar, como castillos, iglesias que luchen contra la palabra de los herejes de Alá?
De este modo ve la luz divina una construcción que inmediatamente se alza, como otras muchas, en uno de los lugares estratégicos de la ciudad. Pero llega el fuego y la arrasa completamente, por lo que a finales del siglo XIV vuelve a levantarse pero con una importancia tal, que llegó a ser el único lugar de todo el sur de España donde se formaban los frailes dominicos que tanta fortuna y desgracia llevaron al Nuevo Mundo.