Existe un pastel que es típico de París y...
Existe un pastel que es típico de París y, a su vez, típico de una pastelería de París, Ladurée. El dulce, parecido a un hueso de santo pero en colores, se llama macaron y, aunque muchas veces lo vi en el escaparate de dicha pastelería, en la rue Royale, cerca de la Place de la Concorde, nunca lo llegué a probar.
El atractivo del manjar reside en sus múltiples colores: rojos, azules, rosas..., en su diminuto tamaño y en su exorbitante precio. Era por este último motivo por lo que la relación precio-cantidad de alimento ingerido nunca convenció al bolsillo de las que, por aquel entonces, éramos estudiantes y nos alimentábamos tan sólo de escaparates, productos Auchan y menús universitarios.
Aun así, no deja de ser una fiesta de colores y espejos Ladurée. Un show elegante, como es propio del París más selecto, en el que, si no fuera por miedo a que los mararones salieran lisiados, incluso contaría con fuegos artificiales para rememorar al viejo París novecentista.
En aquel entonces, la torre que construyó diez años antes un tal Eiffel y que tantas ampolla había levantado, se veía bonita al otro lado del Sena, bañada de cohetes y fuegos artificiales... Mientras, lejos del bullicio y la pirotécnia, un niño celebra su propia fiesta, con sabor a almendra y azúcar, desde los jardines de Tulleries.
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