Recuerdo una aventura de hace un par de...
Recuerdo una aventura de hace un par de años: Me subí a un tren en Venecia que me dejó en Trieste y desde allí cogí un bus que cruzó la frontera con Eslovenia. Comenzaba un viaje a través de Eslovenia y Croacia que finalizaría en Kotor (Montenegro), y yo estaba más que feliz.
Mi primer destino esloveno fue Piran (o Pirano en italiano), una villa marinera enclavada en una fantástica península sobre el Adriático. Piran está muy cerca de la frontera y ha estado siempre bajo el influjo de Italia, al punto que sus gentes son bilingües, sin embargo tiene un sabor propio maravilloso. Rodeado por viejas murallas, el pueblo gira en torno a su puerto pesquero. Pasear por sus callecitas empedradas es un placer. Entre casas adosadas, pendientes escalonadas de piedra que llevan a una fortaleza derruida, pasadizos oscuros y alojamientos muy sencillos y baratos, hay tiendas de antigüedades y restaurantes donde sirven comida marinera fantástica.