Un restaurante con doble personalidad
Comí dos veces en Pizzería Da Sandro, con menos de un mes de diferencia entre las dos ocasiones. La primera vez fue en el turno de comidas, y aunque el local no es gran cosa (un poco hortera para mi gusto) la atención por parte del personal fue excelente. ¡Y las pizzas son deliciosas!
La segunda vez fui para cenar. Los camareros eran totalmente distintos y bastante maleducados. Uno de ellos llevaba el uniforme de otra pizzería famosa de la ciudad. Me hizo una pregunta que no entendí y cuando le pedí que me lo repitiera, me hizo un gesto sacudiendo la mano y se fue. Pocos minutos después apareció con una bandeja con pan, y entendí que lo que me había preguntado era que si queríamos pan. Y ni mi compañero ni yo queríamos; así que pedimos que se retirara porque no lo habíamos pedido. Al recoger la cestita de pan de la mesa se le cayó al suelo un paquete de palitos de pan, de esos típicos de los italianos, y tras recogerlo volvió a colocarlo en la cesta, junto al resto del pan que no estaba envasado. Me pareció de muy mal gusto poner junto a la comida sin empaquetar algo que hubiera estado en el suelo. La cena fue igual de deliciosa, pero la sensación que se me quedó después de ese día fue desagradable.
