El Viajero
Centro urbano
Llegamos a Mairena del Alcor por el oeste, desde Sevilla, entendiendo que esa sería su entrada principal. Seguimos en línea recta por la calle Cervantes hasta desembocar en lo que entendimos que podía ser su centro urbano, en la confluencia con la avenida de Andalucía.
Una alargada alameda con zonas para pasear, para tomar algo y para presenciar el juego de los niños. Un buen sitio para conciertos al aire libre, por cierto, mientras el volumen de la música no moleste a los vecinos.
Allí preguntamos, en el Lemon Café y Copas, por el centro urbano. Nos dijeron que era muy fácil llegar, que estaba cerca incluso andando. Bastaba desviarse a la derecha, siguiendo una señal indicativa, y en breve llegaríamos a la Plaza de las Flores.
Y así lo hicimos. Al llegar al centro urbano descubrimos una plaza pequeña y coqueta que para centro turístico está muy bien pero para centro social no da la talla porque la población ha crecido demográficamente y la plaza sigue teniendo el mismo pequeño tamaño.
En un lateral vimos que se titulaba Plaza de Antonio Mairena, por lo que entendimos que podíamos haber malinterpretado la información y preguntamos si aquello era el centro urbano. Nos respondieron que sí, que la Plaza de las Flores es el centro histórico de Mairena del Alcor.
Entendimos una cosa, que por mucho que el ayuntamiento se halla empeñado en rotular la plaza como de Antonio Mairena para los maireneros sigue siendo de Las Flores, su nombre de toda la vida. Y no es que Antonio Cruz García no sea apreciado por los vecinos, todo lo contrario, pero desconozco el motivo por el que aquí se ha decidido que la plaza va a conservar su nombre original.
Antonio nació en esta misma plaza el 5 de septiembre de 1909 y en esta plaza jugó como niño y creció como adolescente alrededor de sus flores. Ya de mayor abrió una taberna, que continúa existiendo como taberna y como museo, y desde ella sembró el aire con su cante. Es lógico que se haya decidido cambiar el nombre de la plaza, en homenaje a quien tanto hizo por el cante gitano y por Mairena.
Otra cosa es que esta plaza aún sigue conservando el sabor de su pasado. La capilla del Cristo de la Cárcel ahora abre su puerta hacia la plaza, mientras que antes la tenía cara al presidio. Estando muro con muro con la antigua taberna de Antonio Mairena.
En un lateral el ayuntamiento, de corte neoclásico pero muy reformado en las primeras décadas del siglo XX.
En medio de la plaza la Alegoría de la Cultura, una de las mejores obras del gran escultor local, Antonio Gavira Alba, profesor de Bellas Artes en Sevilla.
En el resto de la plaza casonas nobiliarias, apenas reformadas para acondicionarlas a sus nuevas funciones residenciales y comerciales.
Lo que sí eché de menos en la plaza son, precisamente, las flores. Con tanta pavimentación, tanto banco moderno y tanto arbolito las flores que le dieron su nombre han desaparecido. Es una lástima porque es una plaza coqueta e íntima que con el colorido de las flores mejoraría visualmente. Es curioso que las reformas modernas hayan destruido lo que dio nombre a la plaza, en clara alusión a su pasado carcelario.
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