Un rincón único
La pequeña y sombreada placita que sirve de antesala a la Catedral es, en sí misma, un lugar especial.
Quizá el lugar más acogedor de la Vieja Ciudad de San Juan sorprende por su carácter intimo pero al mismo tiempo lleno de personalidad y sabor criollo.
A lo mejor es por su pequeño tamaño a los pies de la gran iglesia catedral, o por sus frondosos árboles que proporcionan constante sombra en un lugar tan caluroso, o por el detalle de las casitas que la rodean y la forman, pintadas de colores cálidos y amables.
Lo cierto es que sus bancos siempre acogen a paseantes derrengados o a puertorriqueños ociosos que ven pasar el tiempo.