De San Pablo a Las Moreras encuentro este espacio transformado. Entre 1833 y 1890, Plaza de Toros octogonal. Actualmente rehabilitada y reconvertida en zona residencial. Allí encontré el negocio de Francis y Teo, dos fenómenas diseñadoras de bolsos que trabajan el cuero de maravilla... (Triunfé con el regalo, por cierto) Eché de menos un banco donde sentarme a leer o escuchar música, pero bordillos hay.
En medio del ruido del tráfico, entre el Museo de Fabio Nelli y la Plaza de San'Nicolás de Bari, se oculta, como un regalo, la plaza del viejo Coso. Cuando uno se interna en un patio de cocheras aparentemente vulgar, nada hace pensar la belleza que esté esconde. Y es que esta plaza tiene el poder de aislar el ruido e introducirnos en un particular locus amoenus, alejado del caos del tráfico. Antigua plaza de toros, inclusa y creo que también cárcel, actualmente se ha convertido en una corrala de vecindad, con pequeños locales en la parte baja, que albergan desde una guardería infantil a diversos talleres, una academia de español para extranjeros y varios cafés, de esos en los que a las dos veces te llaman por tu nombre.
