Pointe du Van

Terminamos nuestra visita a Pointe du Raf y a pesar de estar a escasos kilómetros uno de otro, la tarde iba cayendo y el sol se había puesto en el horizonte aunque quedaba el último rayo.

El lugar casi desierto, apenas tres caravanas aparcadas en el parking al efecto, le proporcionaba un aire bucólico y hasta tétrico con la sola compañía de la antigua Capilla de St. Thoy y una pequeña fuente dedicada a San Mateo.

El frío húmedo se iba intensificando y nuestra visita duró poco más de veinte minutos, pero sin dudas ha sido uno de los lugares mágicos que más me han atraído de Bretaña.

Cuando uno llega al atardecer a este magnífico enclave de la Bretaña siente como si estuviese en el fin del mundo. Por unos instantes estarás en la piel de aquellos que siglos atrás miraban al horizonte creyendo hallarse en el último palmo de tierra conocido.

Además la ermita frente al mar, desafiando las inclemencias del tiempo es el último reducto de paz antes de adentrarse en la profundidad del océano mientras los majestuosos acantilados nos desafían...¡salta si eres valiente!

Realmente un lugar especial para aquellos que buscan...

Un gran sitio para pasear y perderse. Varias rutas y grandes paisajes. Se pueden contemplar unos anocheceres espectaculares desde cualquier punta de este paraje. Tiene parking gratuito para coche o furgoneta si queremos parar la noche, además de un pequeño bar con terraza al lado del parking. Una joya mas de Bretaña!