Escondida en el fondo de su profunda...
Escondida en el fondo de su profunda ría y simulada contra su puerto, Pontevedra parece que quisiera guardar secretos. Pero apenas uno se adentra desde la gran Praza da Ferrerería por cualquier callejuela de la ‘boa vila’, su corazón viejo y delicioso se deja oír. Poco a poco la ciudad muestra sus imponentes pazos renacentistas y sus iglesias de bello barroco gallego, los jardines con camelias y rosas de Casto Sampedro, sus arcos, pasadizos, y sus palacetes con grandes balconadas.
Sin embargo, no hay lugar donde Pontevedra se sienta más hermosa que en sus plazas. Allí la vida bulle, acompaña al que viaja solo, cuenta historias, parece que hablara. Pequeñas e íntimas, cerradas por casonas porticadas, con fuentes que cantan bajito e hileras de árboles de hojas brillantes, las ‘prazas’ de Pontevedra son una irresistible invitación a detenerse. Mesones con mucha solera, tabernas de aire marinero, bares con espaciosas terrazas, ofrecen algarabía, un ambiente bohemio, o completa serenidad.


