Lugar Para la Aventura
El aire de tranquilidad del cual goza Altamira de Cáceres, un pueblo ubicado a unos 40 minutos de Barinas, solo se ve ligeramente interrumpido por el sonido de las aguas del río santo Domingo, esto y los gritos de victoria de los osados que se aventuran a deslizarse por sus aguas en una actividad que se ha hecho famosa por estos lares y que ha permitido que Altamira se conozca entre los amantes de los deportes extremos. Este pueblo al pie del monte barinés se ha convertido en uno de los favoritos de los amantes de los deportes de aventura.
Su dueño es Goyo Montilla quien de desde pequeño ha amado la naturaleza desde chiquito, con ella convivió y de ella aprendió, por eso no era de extrañar que luego de culminar sus estudios de bioánalisis volviera a sus raíces para terminar de fundirse con ellas. De esta forma nació el Campamento Grados. Desde el 2003 esta empresa se dedica a ofrecer hazañas que permitan a quien venga conectarse con la naturaleza. Barranquismo, pesca de pavón y caminatas por la montaña forman parte de la cartera de opciones que tiene este campamento, pero quizás el rafting es la más famosa de ellas. Montilla explica que su pasión por el medio ambiente le llevó a encontrar este literal hueco en un sector llamado Las lajas, ubicado un poco antes de llegar al pueblo de Altamira. Allí junto a su tío escultor se dedico a diseñar una posada que conviviera con el río y los árboles.
El espacio cuenta con cuatro cabañas que permiten alojar a ocho personas cada una. Durante los meses que comprenden mayo y noviembre estas se hacen insuficientes para atender a la cantidad de personas que desean practicar la actividad en las aguas del Santo Domingo, un río que según comenta Goyo es de nivel tres, es decir que resulta perfecto para aquellos que se están iniciando en el deporte o simplemente quieren probar de que se trata. Los paseos recorren 11 kilómetros del paisaje de la montaña barinés y permiten que el cuerpo de los participantes genere la suficiente adrenalina como para disfrutar el recorrido. Esta se apacigua a la llegada al campamento, pues el anfitrión ha sabido combinar la rudeza del deporte con la placidez del descanso. La casa de viste de tenues luces y flores silvestres, la mesa principal se engalana con la vajilla y comienza el festín de sabores; un joven chef transforma el tomate en una crema con sabor a tocineta molida, al pollo le da un aroma a hierbas y a la parchita la convierte en mouse. Goyo y su esposa disfrutan de la compañía de sus huéspedes, de compartir con ellos su amor por estas tierras, cuentan que se sienten orgullosos de pertenecer a este trozo del Estado Barinas.