Cita que nadie debería perdese
La llamada entonces y ahora Pradera de San Isidro es el parque que desciende desde la Vía Carpetana hasta el Paseo del 15 de mayo prácticamente junto al margen oeste del Río Manzanares y entre el Paseo de la ermita del Santo y la Calle Carlos Dabán, en el distrito de mi querido barrio de Carabanchel.
Cada 15 de mayo se celebran en el parque las Fiestas de San Isidro Labrador en recuerdo del patrón de la ciudad San Isidro. En esta zona estaba la huerta donde el patrón de los madrileños trabajaba de peón en la Edad Media. Desde hace siglos la pradera se llena de manteles a cuadros, tortillas de patatas, chotis, curiosos, niños jugando en las ferias, amigos comiendo gallinejas y churros con chocolate, parejas echando la siesta y mucha, mucha algarabía. Una cita que nadie debería perderse si está en Madrid en estas fiestas. Mucha gente, mucha comida, muchos curiosos... Recomiendo ver el cuadro de Goya llamado así: "La pradera de San Isidro" para observar cómo era este lugar mítico hace 250 años.
La Pradera de San Isidro no se distingue tanto por la fiesta o por las tradiciones espectaculares. Es más bien el ambiente de las calles cercanas a la Pradera, con sus puestos de comida, de ropa, de flores, de botijos que suenan como periquitos. Son las familias vestidas de chulapos, desde el abuelo hasta el bebé. Son los vendedores de barquillos haciendo girar la ruleta. Es la pradera misma, llena de manteles de cuadros rojos, gente sesteando, bebiendo, gente viendo pasar gente. Son los concursos de chotis, la pequeña feria improvisada, las colas para recibir el agua bendita, los atascos, las sonrisas relajadas, los perros jugando en los parques. También son los mariachis tocando rancheras, los extranjeros haciendo fotos, las estatuas humanas en mitad de la calle. Si hay un día en el que festejar la pluralidad de Madrid es éste. El cielo de Madrid está hecho de muchos colores y miradas, y eso es lo que le hace tan azul, tan especial.


