Diversión vienesa
Este inmenso parque, del que recorrimos tan sólo una parte ya que la mayoría de las atracciones estaban cerradas por la nieve y el frío, comprende jardines, bosques el parque de atracciones Wurstelprater y uno de los símbolos de la ciudad: la Riesenrad, la gigantesca noria que se construyó en 1897 y tiene una altura de 65 metros. Una vuelta en esta mole de 430 toneladas dura 20 minutos y ofrece unas vistas fabulosas de la ciudad de Viena.
Antes de subir es obligatorio pasar por una pequeña pero preciosa exposición sobre la historia de la noria, presentada en dioramas instalados en reproducciones de los vagones.
Otras cabinas estaban preparadas y acondicionadas para cenas y pequeñas celebraciones, ya que se pueden alquilar por horas.
La fama le llegó de la mano del cine, sirviendo de escenario de una de las escenas más conmovedoras de la película El Tercer Hombre, cuando Harry Lime se enfrenta a su amigo Holly Martins.
Atravesado por su principal avenida, la Hauptallée, de 5 kilómetros de longitud, el Prater fue un coto imperial de caza hasta que, en 1766, el emperador José II donó esta gran extensión a los vieneses, abriéndose así al público en dicho año como un lugar de ocio.
A la entrada del parque siempre hay un par de tiendas abiertas para comprar recuerdos, a un precio más normal que en el centro, del país y de la ciudad.


