miguel martin
fin de jornada
Tras una dura travesía, con olas de un metro, llegamos a la bahía de Provincetown en donde todo se tornó en calma y sosiego, dejándonos estos bonitos colores en la puesta de sol.
A la mañana siguiente, pude pasear por el pequeño pueblo pesquero dándome la sensación de estar en un museo ya que todo estaba cuidado hasta el mas mínimo detalle.
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