El fin del mundo
He tenido la dicha de viajar a muchas ciudades de Europa, de las más grandes y factuosas a las más ocultas y encantadoras. Hallstatt no fué un descubrimiento para mí, fui a Salzburgo con la clara intención de buscar este pueblo rodeado de montañas.
Solo dos horas te separan de la ciudad de Mozart, con una pequeña combinación en el camino por tren y brindandote ya enormes fotografias que te dejaran boquiabierto.
Al final del trayecto solo debés cruzar en un bote hacia el pueblito por unos escasos euros y he allí la majestuosidad de esas pequeñas casas de madera que irrumpen en el medio de la nada.
En líneas generales no hay mucho para ver si no te das cuenta en el lugar donde estas parado, el asombro es constante y no sabes cuánto ni que fotografiar.
Solo me queda la espina de volver en invierno y observar ese mismo espectáculo nevado.
¿Todavía no fuiste? ¿que esperás?
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