Verdaderamente impresionante
Uno de las características de la ciudad de Chicago son sus puentes. A lo largo del río Chicago se levantan cerca de 50, la mayoría de ellos móviles, para facilitar el paso de las embarcaciones.
El más antiguo de ellos se levantó por 1830. Su función es muy simple: Unir el “loop”, el centro de la ciudad, con el otro lado del río, hacia norte sur y oeste. Los puentes, aunque muy parecidos, son todos distintos. Cada uno lleva el nombre de la calle que une en el centro, a ambos lados.
Generalmente son enormes moles de acero como rojizo, con unas especies de torreones pequeñitos a los lados. Lo mejor es cuando se abre uno para dejar pasar un barco. Se detiene todo y por unos instantes la gente sólo mira cómo se elevan las dos partes del puente, cambiando por completo el paisaje.