La puerta de Europa
Este arco de 20 metros de altura se levantó durante el reinado del gran káiser Federico Guillermo II, influenciado por el gusto neoclásico que traía a la entonces Prusia los propileos de la Acrópolis ateniense, llenando sus recios muros de escenas mitológicas y sustentándolo con fuertes columnas dóricas.
Arriba del todo se encuentra la escultura de una cuadriga que representa a la diosa de la Paz que pronto se convirtió en objeto de deseo, por su simbolismo, de todos lo que ansiaban conquistar la poderosa Prusia.
Como por ejemplo Napoleón, que confiscó la estatua como botín de guerra de Francia, país que tuvo que devolverla años más tarde.
Pero aún así su simbolismo es tal que los políticos que gobernaban durante la época del Muro, decían que la separación de las dos Alemanias sólo se desvanecería el día en que la Puerta se abriera.
Y así fue. Hoy es el auténtico símbolo de una Alemania que respira paz, progreso y tolerancia, que intenta olvidar su pasado beligerante y que mira al futuro unida y fuerte, tal y como quería el viejo káiser.


