Atardecer, pescado y jazz
Tras dos semanas por Marruecos, llegamos a Essaouira. Una ciudad costera muy turística, pero con un puerto que nos dejaría buenos recuerdos.
En poco tiempo encontramos un garaje donde dejar la moto y una habitación en el centro. Así que cámara en mano, comenzamos el paseo.
El atardecer siempre brinda todo de un encanto especial. Los tonos de luz permiten jugar mejor con la cámara. Pero el puerto de Essaouira no necesita mucho para tener encanto. Los pequeños barcos pesqueros son azules, dibujando una estampa impresionante. Seguimos el recorrido acompañados por decenas de gaviotas que se acercaban sin reparo a los puestos de pescado.
Para rematar, aconsejamos ir al restaurante Chez Sam. Fue uno de los pocos lujos que nos permitimos en el viaje, pero no nos arrepentimos en absoluto. La comida bien, el vino se agradeció después de unos días sin probar una gota de alcohol, las vistas geniales y la decoración muy auténtica. Pero lo más sorprendente fue la música del sitio. Comenzaron con varios temas de Miles Davis que acompañaba perfectamente la noche. Todo fue a más, realmente apoteósico. No sé si es habitual, pero por las fotografías de Hendrix y otros muchos músicos de la entrada, la selección musical no fue casualidad. Por último la vuelta al centro te obliga a recorrer el puerto con poca luz.
En definitiva, aunque Essaouira no nos llamó demasiado la atención, la tarde-noche en el puerto compensó sobradamente.


