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26 opiniones sobre Reikiavik

La bahía humeante

Había escuchado hablar mucho de Reykjavik, de su vida nocturna, su energía, y de lo fácil que resultaba enamorarse de ella. Bueno, cuando la conocí me pareció que se había exagerado un poco.

No es que no me gustara, pero después de visitar Hellsinki o Copenhague, la capital de Islandia no me pareció más que un pueblo grande, eso sí muy cosmopolita e inquieto culturalmente.
A sus habitantes parece no importarle este hecho, creo que incluso se sienten orgullosos.

Aquellos vapores humeantes que provenían de las fuentes geotérmicas, han sido reconducidos y utilizados para fines modernos y ecológicamente supersostenibles, lo que es digno de la mayor alabanza.


Ahora, aquella aldea que empezó a tener su lugar en el mundo a partir de 1750 con la creación de fábricas de textiles y curtido de lana y que en la II Guerra Mundial fue un lugar estratégico en el Hemisferio Norte, muestra hoy un centro histórico compacto, con varias calles comerciales como Laugavegur, otra de artistas de vanguardia.

Hay que tener en cuenta que dos terceras partes de los habitantes de Islandia viven aquí, y por tanto es un sitio de bastante ajetreo; a pesar de eso es tranquila, agradable y llena de rincones curiosos, como las casitas hechas con láminas de uralita y acero que se rodean de preciosos jardines, futuristas edificios que contrastan con el viejo parlamento o los restos de antiguos asentamientos vikingos, el puerto viejo con sus restaurantes y bares, la preciosa zona de Laugardalur con su Jardín Botánico o el lago Tjörnin.

Simplemente es delicioso el pasear por sus calles, curiosear en sus tiendas y parar de vez en cuando a sentir el latido de la capital más septentrional del mundo.
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El Lago Tjom habitado por innumerables...

El Lago Tjom habitado por innumerables patos y cisnes con todo registrarse muy bajas temperaturas gracias a que el lago es de agua templada ya que procede de un manantial geotérmico.

Destacable es el Parlamento y el Ayuntamiento semi flotante, pero sobre “La Perla” edificio donde está la distribución del agua térmica de la ciudad. En Islandia la energía natural del subsuelo es aprovechada para calefacciones y agua sanitaria lo cual supone un enorme ahorro.

La Perla aparte de ser un moderno edificio con modernas tiendas en su planta baja, en la planta superior que es una cúpula de cristal hay un restaurante giratorio y desde donde se divisa una impresionante vista de la ciudad.


La Casa Hofti que fue el lugar de encuentro entre Reagan y Gorbachov en 1984 a finales de la guerra fría.

No muy lejos de Reikiavik, en Thigvellir se puede visitar el parlamento democrático más antiguo del mundo, se trata del parlamento de los vikingos, una estancia de madera con mesas bancos.

En el sector de Thinvellir está la confluencia de las dos placas tectónicas, la Euro- Asiática con la Norteamericana, están separadas por una pequeña hendidura. Es tal vez el único lugar del mundo donde se puede apreciar claramente esta separación. Cada cien años se separan tres centimetros.

La Laguna azul a la cual dedicaré un rincón especial.
'https://www.rodamons.net'
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Espectacular

Excelente

Capital de Islandia, entrañable. En ella vive aproximadamente la mitad de la población de Islandia, unos 120000 habitantes. A pesar de lo que uno pueda pensar, como no hay edificios muy altos, la extensión no es tan pequeña como uno pudiera imaginar. Está lleno de casas y casitas, con colores y adornadas con luces por la noche y es espectacular pasear por el paseo marítimo antes de la puesta de sol, pues quedan iluminadas por éste las montañas de delante cuando para ti ya no queda sol.

Un paisaje espectacular. Por supuesto no hay que olvidar ver la catedral, majestuosa y distinta a todas

Las catedrales a las que estamos acostumbrados, inspirada en las formas que crea la naturaleza en las cascadas de Gullfoss.
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Después de atravesar los misteriosos ...

Después de atravesar los misteriosos campos de lava que hay que recorrer desde el aeropuerto (a un lado el mar de cenizas volcánicas, al otro lado la mar océana tan azul), se llega en un pis-pas a Reikiavik.
Sorprende de inmediato lo pequeña, familiar y colorista que resulta esta ciudad, que a su vez es la capital de un país, eso sí, de un pequeño país (en número de habitantes sobre todo). Desde el principio llama la atención la pureza de ese aire sin contaminación, el brillo de la luz, ese sol radiante en una atmósfera del todo trasparente, si es que, como en mi caso, tienes la suerte de encontrarte con un cielo azul y un sol radiante al llegar.


Aquí no hay atascos, ni agobios, ni estrés, olvídate de todo eso, a pesar de detectarse desde el principio que es una ciudad muy viva. En un momento estamos instalados en el hotel. Hay una gran ofertade hoteles en Reikiavik, incluso algunos no demasiado caros y equipados con todo lo necesario.
Al entrar en la habitación, una de las cosas que más me sorprendieron fue la cuestión del agua: Si se abre el grifo del agua fría, se obtiene un agua a una temperatura que roza el nivel de congelación, de sabor dulce y delicioso: Como auténtica agua mineral por el grifo!.
Si se elige agua caliente, se trata de otra canalización diferente. Lo primero que sorprende es el ligero olor a aguas sulfurosas, a azufre. Y es que el agua casi hirviendo que sale por el grifo, es el agua que procede del corazón de la tierra: Aquí nada de sucias calderas, es el calor de las profundidades quien calienta el agua.
Los islandeses sólo tienen que encargarse de hacerla llegar a cada casa. Esto significa que, además de la poca contaminación por el escaso tráfico, no hay contaminación por calderas y calefacciones, puesto que, del mismo modo, basta con canalizar el agua a elevada temperatura procedente del subsuelo, para tener las casas bien caldeadas y acondicionadas. Doy fe de que a pesar del frío exterior, con ese viento invernal de Groenlandia húmedo y helado, todos los espacios interiores de la ciudad se encuentran a excelente temperatura. No obstante, a pesar de encontrarse Reikiavik más al norte que otras capitales de los países nórdicos, la temperatura es más suave debido a que la corriente del Golfo llega hasta allí. Y es por esto que hasta esta ciudad llegan especies animales más propias de aguas no tan frías.

La ciudad tiene unos 190.000 habitantes, pero uno siempre tiene la sensación de encontrase en una pequeña población. Los hoteles por lo general están en el centro o cerca del centro, dado que es una ciudad que se puede recorrer andando sin problema. Es tan limpia y excepcional esta urbe, que en pleno centro existe el curioso lago Tjörn, donde es posible observar todo tipo de aves migratorias excepcionalmente conviviendo con el hombre en un entorno urbano, cual si fuera una laguna de un espacio natural protegido.
También por el centro existe un particular parque. En realidad es un romántico y boscoso cementerio totalmente integrado en la vida de la ciudad. Algunas personas, para ir a su lugar de trabajo o pasear, atraviesan este lugar donde se hace posible la convivencia entre vivos y finados, sin la menor sensación de encontrarte en un lugar sórdido o triste.
Rodeando este “parque” se encuentra un agradable barrio de caprichosas villas decoradas en multitud de colores brillantes, como es propio pintar las fachadas en esta ciudad. En lo más alto de este barrio se encuentra la iglesia católica.
En el otro lado del lago está la iglesia Hallgrímskirkja, cuyo campanario cuenta con excelentes vistas del casco antiguo de la ciudad. Si tu visita coincide con el toque de campanadas al dar las horas, el espectáculo de imagen y sonido es impactante: El edificio retumba!.
Algo más allá del puerto, es posible pasear junto al fiordo que baña la ciudad, divisando en todo momento los imponentes riscos nevados del otro lado de las aguas. En este paseo se encuentra lo que puede ser uno de los símbolos de la ciudad, El Barco del Sol, una escultura de acero de grandes dimensiones, inspirada en un barco vikingo, cuyo reflejo en las aguas del mar con la marea alta, es algo delicioso.

Las calles del centro están plagadas de encantadoras tiendecitas de arte, decoración, diseño, moda, curiosidades, antigüedades, etc., pero en todas se da el común denominador de lo “hecho con encanto”.
Aquí no hay grandes almacenes ni centros comerciales impresionantes como en otras capitales. Los espacios son realmente acogedores, luminosos , que invitan a pasar y curiosear por aquí y por allá. Reikiavik siempre resultó una ciudad extremadamente cara, pero es cierto que si rebuscabas un poco, era también fácil encontrar cosas asequibles.
Del mismo modo ocurre con los restaurantes, bares y cafés. La ciudad cuenta con una buena oferta gastronómica en donde se pueden probar los alimentos de la zona, como el pescado, marisco, cordero ecológico, etc.
La mayoría de los sitios son pequeños y acogedores. Y aunque los precios no son precisamente baratos, es fácil encontrar lugares donde comer bien a un precio razonable. Por ejemplo el Oliver en plena calle principal, o algunas pizzerías y otros restaurantes más asequibles cerca del puerto.
ay un sitio diferente, el restaurante Perlan, con aspecto de observatorio astronómico, instalado a las afueras de la ciudad (pero no alejado) en lo alto de unos antiguos depósitos. Se trata de restaurante giratorio con excelentes vistas sobre la ciudad y la bahía.
Es de buena calidad; si se cuenta con una desahogada economía, es una excelente opción como fin del viaje. Para viajeros más modestos cuenta también con un auto servicio interesante. Y para los más recortados presupuestos, la entrada es gratis como visitante para poder observar las vistas y hacer fotos desde el gran balcón. Si se visita en verano cuando no existen las noches, es posible disfrutar de espectaculares puestas de sol a las 23.00 h de la noche!.

Otra buena experiencia es pasar una tarde de invierno en las cálidas y burbujeantes piscinas de la ciudad (al descubierto sí, al aire libre a 0 grados ). Estas aguas termales se calentaron igualmente en las profundidades de la tierra; es uno de los lugares donde los islandeses acuden para hacer deporte o simplemente para reunirse, disfrutar de tranquilidad y conservar su salud.
De hecho, esta población cuenta con uno de los índices de salud más elevados de toda Europa. Otro día se pueden hacer excursiones a las muchas maravillas naturales que rodean a la ciudad, ya que se encuentran nada más salir de la capital: Estepas de lava, glaciares y fiordos, volcanes, cascadas, géiseres... Un territorio resquebrajado por innumerables corrientes de agua y columnas de vapor, y el azul del océano atlántico y del mar de Groenlandia rodeándolo todo. La tierra y sus elementos en estado salvaje y nuevo. No es de extrañar que Julio Verne convirtiera Reikiavik en la primera etapa de su Viaje al Centro de la Terra.

Pero el gran contraste de esta tranquila capital, la más septentrional de Europa, rodeada de naturaleza y grandes espacios naturales a tiro de piedra, es encontrar una viva y bulliciosa animación nocturna.
En los numerosos garitos en torno a la plaza Austurvöllum o en los alrededores de la calle comercial Laugavegur, se da un ambiente alegre, divertido, moderno y cosmopolita. Si además coincide con el festival de música Airwaves, ¡la cuidad se haya convertida toda ella en una fiesta!.
Y si como añadido, al moverte de un sitio a otro tienes la suerte de poder observar en la ciudad el mayor espectáculo nocturno que jamás hubieras imaginado, una impresionante aurora boreal dibujando sus formas sinuosas y caprichosas con brillantes colores, sobre la mismísima zona urbana, tendrás la sensación de encontrarte en una de las ciudades más mágicas e interesantes que hayas podido visitar en tu vida.
Yo he podido verlas en varias ocasiones a la salida del festival al movernos de un sitio a otro, incluso reflejadas en el gran lago del centro de Reikiavik. Las auroras boreales comienzan a dejarse ver a partir de septiembre y octubre, aproximadamente cuando las ballenas y otros cetáceos van marchándose de la zona, buscando aguas más cálidas. Porque, entre otras cosas, también es posible en esta ciudad ¡realizar avistamiento de ballenas!.

Quizá ahora sea el mejor momento para ir a conocer Islandia. En la actualidad este país no es tan caro por el reciente desplome de su sistema económico. Ya no hay razón para perderse uno de los festivales más cercanos y modernos, en un entorno inigualable, de ensueño. Espero poder estar este año allí una vez más...
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