Carlos Olmo
Comer rodeado de antiguedades
Entrar a este restaurante es como entrar a una antigua casona indiana de unos tíos-abuelos ex millonarios que no sabías que tenías. El local es enorme y esta dividido en varias áreas o salones donde se puede comer o tomar una copa. La decoración, como bien lo dice su nombre, es totalmente vintage, con muebles antiguos, imágenes religiosas que parecen venir directamente del saqueo de alguna iglesia, espejos y pinturas, todo muy antiguo. La experiencia resulta curiosa y divertida y esto se complementa con una exquisita comida que disfrutamos en la terraza del último piso rodeados de vegetación y objetos curiosos.
Pedimos un par de risottos, ambos muy ricos, que acompañamos con una botella de vino blanco. Repetiré sin duda.
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