Pequeño restaurante, acogedor y bien organizado
El servicio es amor, de verdad, mi hermano y su mujer son asiduos, pero para mi madre era la segunda vez que íbamos y se acordaban de ella. Risas y cariño.
La comida, puff, lo básico, saben cómo cocinar la pasta, en su punto, respetando sus mil formas y texturas. Y las salsas, impresionantes.
Pedimos ensalada caprese, y es la mejor que he probado jamás. Tomates rojos y verdes, cebolla roja, albahaca, buen aceite, perfecto punto de sal y una excelsa mozzarella ahumada. No llegaba a ser scamorza, porque era jugosa. Un deleite para el paladar.
Suena mega cursi y rimbombante. Probadlo y hablad :)
La berenjena al horno la hacen tipo lasaña, finitas lonchas de berenjena y esa mozzarella ahumada, poco cocinada, respetando el sabor de la hortaliza.
Una botella de vino Aglianico y una botella de agua sin gas (sigo siendo abstemia, por suerte).
De postre, tiramisú, estaba estupendo, pero algo empapado en café de más. Por sacar una pega, porque el orgasmo llegó igual.
Salimos a 24€ por persona.
