Me lo dijo un taxista
Puente de Diciembre. Oporto, Portugal. Mal tiempo. Lluvia, viento y grandes olas de un oceáno inabarcable golpean la ciudad. ¡Y nos entra hambre!
Pensamos en plantarnos en la zona de los restaurantes turísticos, enfrente de las bodegas. El estómago nos puede tanto que paramos a un taxi como si fuera el último vehículo de la ciudad y estuviéramos escapando de una manada de zombies. Resultado: Un taxista muy majo nos echa la bronca por tener prisas. Que si su ciudad es preciosa, que si mirad esa catedral patriomonio de la humanidad, que si rendid pleitesía a aquel puente construido por Eiffel, que sialucinad con aquel otro puente inaugurado por Salazar y Franco (dos amigos muy cabrones, según sus palabras)...
"Señor, tiene usted razón" reconocemos "Pero nos ruge el estómago de tal manera que podríamos comermos su hermosa ciudad" Para evitar esto, el nuevo protector de la ciudad nos lleva a un sitio "donde comerán mejor que en esa zona para turistas y más barato" Ya sólo comer mejor nos mata, pero...Más barato. "Háganos suyo" dijimos.
Y así acabamos en Casa Adão. Un restaurante familiar en la zona de las bodegas de Oporto. Pequeño, acogedor y tranquilo. Tuvimos suerte, llegamos justo antes de que cerraran y fuimos la última mesa atendida (no pocos españoles se nos quedaron mirando cómo rebañamos el pan en la salsa mientras les decían que estaba cerrado) Así que id pronto.
Eramos tres, y pedimos un polvo a la marinera (que no es un maquillaje azul, es pulpo) que era para dos. Preguntamos si podían hacer ración de tres y nos dijeron que sí. El pulpo venía acompañado de pimiento, patatas fritas, chirlas y varios tipos de gambas. Todo ello bañado en una salsa con mucha pimienta. Quedamos más que saciados y aún repetimos pan sólo para mojar la salsa.
Además, el trato fué muy amable (en comparación a lo mal que trataban a la gente que intentaba entrar y más que decirles, les gritaban que estaba cerrado) y cuando llegó la cuenta nos llevamos una pequeña sorpresa...¡Nos habían cobrado la fuente de dos raciones! ¡Pero nos habían puesto comida para tres! Por supuesto, dejamos buen bote. En pocos sitios de Europa se come producto de mar a tan buen precio como en Portugal.