Un santuario gastronómico en el centro de Aranda.
Este restaurante destaca en primer lugar por su ubicación, en la calle que lleva en su nombre, quizá la más céntrica y comercial de la ciudad, debe su nombre a una dehesilla que acababa en la puerta de la muralla, su gastronomía también es recomendable, tanto para un vermú o picoteo de pinchos (tostas de foie increíbles, bombón de morcilla) o raciones (pimientos rellenos de manitas de lechazo, croquetas en el nº 7 del ranking de las mejores de España según'https://www.directoalpaladar.com,' revuelto de boletus o con su gran bacalao "fuera de carta"), o para una señora comida con su menú castellano (sopa de ajo, ensalada de anchoas y cordero asado en horno de leña de encina que se deshace en la boca), o menú tierra de sabor (sardina ahumada, bombón de morcilla, mousse de foie, boletus a la plancha y lechazo asado).
Ambos maridados con sus vinos propios; para postre mi recomendación es el brownie o la fabulosa tarta de hojaldre con crema y nata.
Por último, es de justicia mencionar su fidedigna decoración cuya enorme viga reproduce la apariencia de un lagar al que se hace referencia por su nombre, escaleras abajo posee una bodega centenaria de las muchas que socavan el subsuelo de Aranda y donde los niños pueden jugar en su laberíntico trazado.
Un establecimiento imprescindible en cualquier visita a Aranda de Duero.
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