Ana
Sorprendente
Habíamos oído hablar mucho de él, y sabíamos que era difícil reservar para un fin de semana, unos 3 meses de antelación aproximadamente, pero lo conseguimos y sinceramente, la experiencia fue muy positiva.
Es una casa de aldea en plena naturaleza asturiana, convertida en restaurante japonés con gran acierto. Sólo hay un menú con varios platos, sencillos, de calidad y muy bien servidos por sus propietarios, un asturiano y un japonés.
El sitio es acogedor, con detalles japoneses, y el entorno, una maravilla.
Además hay una mesa para comer sentados sobre un tatami, la nuestra, en una zona con cristalera y vistas al valle, encantadora, que no he publicado por respeto a los comensales.
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