Impresiona, la verdad
Hace un par de años pasamos un fin de semana en Toledo en temporada baja. Como no teníamos ganas de callejear con el vehículo decidimos quedarnos en alguno de los hoteles que se hallan en la misma entrada de la ciudad. Como era la hora de almorzar entramos en el Hostal del Cardenal.
Lo hicimos un poquito compungidos porque se halla en la misma muralla, junto a la puerta de Alfonso VI. Primero se entra en un jardín de estilo francés, un lugar paradisíaco. Impresiona, la verdad. Esta zona, cuando la muralla dejó de ser necesaria, fue reconvertida en palacete de verano para el cardenal del Cister quien tuvo, hasta entonces, la responsabilidad de proteger la entrada a la ciudad.
El palacio es como su nombre indica, un palacete, con todo lujo de detalles y con todos los avances hoteleros propios de un hotel de tres estrellas. Aquí se respira historia, tranquilidad y todo un surtido de detalles. Los precios son un poco más altos que otros hoteles con similares estrellas pero menos calidad de espacio.
El restaurante ofrece comida nacional y algunos platos internacionales. Nos salió por apenas 40 euros los dos.
El trato está muy bien pero para mí lo mejor de este hotel, lleno de lienzos, armaduras y mobiliario de época, es lo tranquilo que es. Sus vistas son impresionantes y está cerca de todo. Su único punto negativo es que sus plazas de aparcamiento son pocas, pero si no tienes suerte muy cerca están los Aparcamientos Públicos, vigilados y gratuitos.