Una agradable sorpresa
Suelo viajar a menudo por lo que yo llamo "carretera maldita". Es la que une Zaragoza pasando por Alcañiz, Morella, etc con la costa del levante. Por cierto, si tienes tiempo y a pesar de ser una carretera en algunos casos muy sinuosa, merece la pena el recorrido. Se agradece el paisaje, la soledad, el escaso tráfico y la belleza de sus pueblos.
En uno de los viajes, por hambre y cansancio, decidimos parar en Quinto. Y aquí, ¿dónde se puede comer? La de siempre: pregunta al parroquiano de turno. Nos señala con el dedo un callejón y de soslayo vemos el cartel "Restaurante Mallor", ¡bingo!
Local con solera, de los de hace muchos años, como lo atestiguan las fotos que la dueña emocionada nos enseña. Años de anís del mono, del "caldo" de liar y café de puchero. Ahora el local es otro. Comedor coqueto, cocina de la de casa de toda la vida, pero incorporando detalles de actualidad (comida servida sobre "pizarra").