Arroces con vistas al mar
Aunque pasar unos días en la playa suponga en muchas ocasiones conformarse con preparar algo rápido para comer o recurrir al menú del día de los muchos restaurantes, cafeterías y chiringuitos, a veces pueden descubrirse sitios como este restaurante para darse algún día un homenaje gastronómico.
Aunque se encuentra en el mismísimo paseo marítimo, a apenas 50 metros de la orilla del mar, el ambiente logrado en el salón así como el esmerado servicio, deberían disuadir a algunos bañistas de sentarse a comer en bañador y chancletas, aunque no es infrecuente que esto ocurra.
Al reservar, recomiendo pedir una de las mesas que hay junto a los ventanales que dan al mar.
El mejor remate lo constituyen sus postres, entre los que, sin duda, os recomiendo el tiramisú (casero y espectacular) y la tarta de tres chocolates. El café correcto.
En la cuenta desglosan el precio por comensal (por ejemplo, una comida similar en otro lugar muy próximo nos costó lo mismo, sin llegar, ni de lejos, a la calidad que se puede disfrutar en este restaurante).
Por cierto, anuncian, en los meses de mayor afluencia turística, algunas cenas espectáculo de magia que aún no hemos podido presenciar, pero que a buen seguro será un aliciente más para que disfruten los más pequeños.
En resumen, merece la pena ir y repetir.


