Este restaurante vegetariano es todo un descubrimiento. Está en pleno centro de la ciudad y la carta es bastante variada. Incluso aunque no seas vegetariano convencido vas a salir de allí con muy buen sabor de boca, además de estar en un local muy agradable. La carta de postres es muy completa y rica. Recomiendo la tarta de tres chocolates, aunque todo está buenísimo. Agradable también para un café por la tarde.
Los vegetarianos no suelen ser demasiado económicos, pero las dos cosas que probé estaban muy muy ricas: las quesadillas (cuatro unidades 5€) con las salsas deliciosos y los crepes de calabacín enormes (un plato trae dos unidades). Un ambiente muy agradable, ideal si vas camino del Teatro para el Festival.
Lo mejor, la carta de tés.
Este es un ejemplo de restaurante que empezó genial en relación calidad-preció, pero al cabo de un tiempo se han "subido a la parra". Cada vez las raciones son más pequeñas y los precios más altos.
Los dulces son muy ricos, pero también algo caros.
