El sábado comimos en este restaurante, ...
El sábado comimos en este restaurante, que se encuentra en pleno casco histórico, a escasos pasos de la Catedral. Está en una casita de dos alturas: En la planta baja tiene un bar-vinoteca y en la planta superior se encuentra el pequeño comedor. Me gustó mucho la decoración, en la que se combinaba lo rústico de las paredes de piedra vista con el mobiliario, y cuadros o láminas más modernas. No obstante, hacía un día estupendo, así que nos sentamos en una de las mesas que habían puesto en la calle, a la entrada del local.
La carta no era excesivamente amplia, estaba compuesta por diversas raciones: Pulpo, surtido de quesos gallegos, pimientos de padrón, mejillones, jamón asado... Y unas cazuelas variadas que podían ser tanto vegetales como marinera o montañesa. éramos 2 personas y pedimos: Una ración de chipirones fritos, otra de zamburiñas y una cazuela marinera, que era un guiso de pulpo, almejas y gambas. Las dos primeras raciones estaban espectaculares, nos defraudó un poco la cazuela, aunque también estaba buena, pero esperaba otra cosa. De postre, las típicas filloas con nata y sirope de chocolate, ¡riquísimas! Las raciones fueron bastante abundantes, y el chico que nos atendió fue muy amable, pero lo mejor el precio: Pagamos en total 34€, incluyendo la bebida.