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9 opiniones sobre Rishikesh

Llegar a Rishikesh desde Chandigarh fue...

Llegar a Rishikesh desde Chandigarh fue como llegar a otra India. El itinerario de mi viaje -que comenzó en la región budista de Ladakh, en el extremo norte del país- va siendo como un muestrario asombroso de religiones, costumbres y geografías contrastantes.
Rishikesh está sobre el sagrado Ganges -o Ganga, como lo llaman en India-, no el Ganges de Varanasi, absolutamente contaminado, sino un Ganges joven, recién salido de las montañas, transparente, limpio y muy frío. Se dice que la ciudad es capital mundial de la Yoga; puede ser, la cantidad de 'Ashrams', casas de todo tipo de masajes, escuelas donde aprender los secretos ayurvédicos, y occidentales de todas las edades vestidos de semi santones es impresionante. La ciudad también es meta de deportistas-aventureros: Practicar rafting en las aguas del Ganges es una verdadera pasada.

También hay muchos hippies, pero éstos forman parte del paisaje y no desentonan.
También pasan por allí vacas, bicicletas, rickshaws y monos, aunque los monos (de 1 metro de altura y cola muy larga) cruzan colgándose de los grandes tirantes de acero que sostienen a los puentes.
Desde Lakshman Jhula se accede a los ghats más concurridos y a la zona más antigua de Rishikesh. Uno puede pasarse el día yendo y viniendo por los ghats o la calle que bordea el río. En los ghats, continuamente hay gente dándose baños rituales o haciendo abluciones; en la calle, las tiendas de telas, los pequeñas teterías, los puestos de comida, las 'farmacias ayurvedicas', las librerías, conforman un universo que atrapa.
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Una India occidental

La localidad de Rishikesh es mundialmente conocida por ser la capital del yoga, pero para muchos es la puerta al Himalaya. De esta pequeña ciudad de más de 100.000 habitantes parten muchas de las rutas que llevan a las mismas fuentes del Ganges, siendo el glaciar de Gangotri la principal (que no la única).

Lugar de culto para todos los amantes de The Bealtes (los de Liverpool venían aquí en busca de paz bajo la guía del Maharishi Mahesh, el ashram en el que meditaban –y montaban conciertos en el tejado– aún se puede visitar) y para todo aquel que quiera iniciarse o perfeccionarse en la práctica del yoga. También para el que quiera subir a la montaña, hacer raffting en el Ganges o simplemente descansar.


No te pierdas los artii que se realizan todas las tardes a los pies del Parmanth bajo la atenta mirada de Shiva, los trece pisos de la torre del Trayambakeshwar, las abluciones en el río Ganges, los coloridos mercados, el largo puente de tirantes Laxman Jhula, ni las cascadas (si eres capaz de encontrarlas). Además existen un montón de restaurantes y cafeterías con terrazas, ideales para olvidarse del mundo y conocer a otros viajeros.

Ubicada en el estado de Uttarakhand, a unos 25 kilómetros de Haridwar y a siete horas de autobús de Nueva Delhi (no tiene estación de tren, solo de autobús), es un lugar fuertemente occidentalizado, perfecto para relajarse ‘a lo indio’ sin sufrir demasiado ‘shock indio’, especialmente si uno se aloja alrededor del Laxman Jhula (al otro lado del puente, en la orilla del templo Trayambakeshwar, no llegan los rickshaws, ¡viva! ¡Viva!). Es el punto ideal para acostumbrarse a la interesantísima locura cultural que supone una primera visita al vasto subcontinente indio.
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Capital mundial del Yoga

Hoy nos vamos de excursión (de nuevo), hasta India; concretamente a Rishikesh, “Capital mundial del yoga”.
A lo largo de los siglos, ésta ciudad ha sido lugar de peregrinación para yogis, sabios, peregrinos, sadhus,… ya que la gente de India considera éste, como el lugar en el que Shiva bebió el veneno que llevaba el Ganges (aquí conocido como “madre Ganga”), para salvar al mundo.
Si puedes visitarlo en época de peregrinación es impresionante, cientos de persona inundan las carreteras, pueblos, caminos,..Empapándolo todo de coloridos naranjas, blancos impolutos y cánticos que resuenan en el horizonte terminando de aportarle a éste espléndido lugar la chispita de la vida (el festival es en Junio).

Encontramos una ciudad pequeña, que discurre a ambos lados de un Ganges en el que Sí nos podemos bañar (uno de los pocos sitios), ya que el gran río nace muy cerca de aquí, en la afluencia de tres ríos que al unirse se convierten en el río de India por excelencia.
Para cruzar de un lado a otro del río tenemos que cruzar uno de los dos puentes colgantes de que dispone la ciudad, el Lakshman Jhula (el más antiguo) y el Ram Jhula. Sólo se pueden cruzar a pie, hay que tenerlo en cuenta, porque si enfermas, (cosa que a mi me ocurrió justo allí, y que es habitual en India), no puedes moverte hasta que no puedas salir por tu propio pie de allí.
Es muy sencillo y económico moverse, dormir, comer, comprar, tomar clases de Yoga,…en Rishikesh.
Podemos alojarnos en un apartamento o buscar un retiro en un ashram (para quien lo aguante)
La comida suele ser vegetariana, aunque hay algún restaurante italiano, y alguno de comida china, sin olvidar las tartas de las “German Bakery” (que abundan en India y ofrecen tartas: Hummm...).
Los alrededores son impresionantes, las verdes montañas de los pies de las montañas de la cordillera Himalaya, terminan su recorrido en las vivas aguas del mejor Ganges que encontraremos en India; los peregrinos y santones, que con sus cánticos y reposadas lecturas le dan el color a las calles; el respeto por el entorno que se respira en ésta lugar, la paz y el conjunto en sí, hace que sea un sitio perfecto para retirarse a hacer yoga, meditar, pasear dejando atrás lo que nos sobra y ayudarnos a clarificar nuestro camino. El espíritu se nos relaja y la mente se despeja en lugares así.
Sitios sencillos = Lujos para el alma.
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Información Rishikesh