Desde el mirador de la Atalaya...
Desde el mirador de la Atalaya continuamos por la Rue de la Petite Atalaye bajo una espesa niebla y un intenso frío que se ve acrecentado por las fuertes y continuas ráfagas de viento helado procedentes del Cantábrico.
Sin embargo esta climatología adversa dista mucho de ensombrecer el paisaje, todo lo contrario, lo embellece, lo engrandece y crea el marco adecuado a la postal que se abre ante nuestros ojos.
A escasos metros de donde nos encontramos se adivinan pequeñas formaciones rocosas contra las que chocan estrepitosamente enormes y enfurecidas masas de agua, el estruendo es ensordecedor y sentimos el agua en nuestros rostros aunque apenas percibimos el color blanco de la espuma que forman las olas cuando se baten en retirada.