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Qué bonito día.
Lo primero que hay que hacer al llegar a Lucca (si puedes y te gusta), es coger una bicicleta (la puedes alquilar en el propio hostel o agroturismo donde te alojes) y conocer el pueblo de la mejor manera posible, que es dando una vuelta con ella por los alrededores, a través de un recorrido sobre la muralla que lo rodea. Son sólo cinco kilómetros de distancia.
A lo largo del recorrido percibes lo bien conservado que está todo, a pesar de los años. Además
te ofrece una perspectiva genial del sitio. Los edificios que vas viendo a lo largo del camino son preciosos, no tiene nada que envidiar a Florencia, tiene su propia esencia y eso es auténtico.
Los edificios principales como la Catedral de San Martin, la Iglesia de San Miguel o la Torre Jardín se descubren durante el recorrido o passegiata por la muralla.
Si tienes el privilegio de ir en otoño (como lo hicimos nosotros), podrás disfrutar de un gran paisaje tremendamente colorido; tonos verdes, rojos, amarillos y marrones inundan este precioso paseo.
¡Es asombroso!
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