Saint Jean de Luz

Probablemente, Biarritz se lleve la fama, pero el encanto de San Juán de Luz es inigualable. De hecho, si tuviese que quedarme con 2 lugares de la geografía vasco-francesa, esta localidad sería uno de ellos, junto a la impresionante garganta de Kakueta.

¡Por alguna razón la elegió el rey Luis XIV para celebrar su matrimonio!

Pasearse por la Calle Gambetta es una delicia, con la arquitectura típica del País Vasco francés, su puerto, los artistas pintores y las terrazas de la plaza de Luís XIV, la Iglesia de San Juán Bautista, el largo paseo de la playa que finaliza en La Punta de Santa Bárbara, donde se pueden disfrutar de una extraordinarias vistas de la bahía y la costa vasca.

Visitando algunos de los pueblos del país vasco, llegamos hasta este y tengo que decir que fue una sorpresa, al encontrar esta maravilla, que me enamoro...

Al pasar por el puente de las banderas, cuando miras alrededor y ves el puerto marino, te quedas anonadado, pero cuando empiezas a caminar por allí, a ver las casas pintorescas todas blancas con las ventanas y balcones de colores, el paseo marítimo y la playa, y las calles del centro urbano que te transportan a cualquier otro lugar....

Increíble de verdad, que estando en Francia, sea como es...

Los colores y la ikurriña, tiñen toda la ciudad, el ambiente en la calle es brutal, es mas cuando llegas parece que sea un pueblo desierto y cuando cruzas los muros de la ciudad, te quedas alucinado de la gente que hay, en las terrazas, en las calles,en las tiendas....

En esta villa portuaria vasco-francesa todo es armonioso, precioso, colorido. Desde el puerto hasta las callecitas estrechas que llevan al mar. Desde los cafés y las innumerables terrazas bajo los plátanos, hasta los restaurantes más refinados.
Saint Jean de Luz destila un rústico y entrañable aire marinero, pero probablemente sea uno de los puertos más elegante de Francia. Sus pequeñas plazas están siempre repletas de gente, en sus glorietas y bajo los árboles varios artistas se instalan desde la mañana a retratar a quien quiera llevarse un recuerdo.
Las playas de Saint Jean también son preciosas. El pueblo está resguardado por una larga y alta escollera donde es una delicia sentarse a mirar el mar, quien viene y quien va. Más allá la arena dorada cubre una amplia lonja, muy concurrida en el centro de Saint Jean, pero solitaria apenas más allá.

Bonitos paseos,tranquilos con un cantábrico de fondo, puestas de sol sobre el mar, no se oyen gritos y te permite la meditación si el día es soleado como fue el caso de este maravilloso, si hay nubes le da un toque melancólico que o esta nada mal tampoco, a escasos kilómetros de la frontera española merece la pena pasar unas horas en este bonito rincón, las calles del pueblo también merecen la pena andares tranquilo, sin prisa, cargar las pilas para volver a los problemas cotidianos y afrontarlos con reserva de belleza en las retinas .