Una campana que se oyó en todo el reino
De lo que fue palacio de los reyes de Aragón en Huesca quedan, dentro del edificio barroco del Museo de Huesca, dos magníficas salas románicas, la capilla de doña Petronila y la sala de la campana. Esta se llama así por un episodio en el que se mezclan la historia y la leyenda y que tuvo lugar a principios del reinado de Ramiro II el monje. A la muerte de Pedro I sin hijos le sucedió su hermano, Alfonso I el Batallador, que tampoco tuvo descendencia. Contra todo pronóstico tuvo que reinar el tercero de los hermanos, Ramiro, que era monje. Como no había sido preparado para el trono ni tenía experiencia de gobierno algunos nobles quisieron aprovecharse de las circunstancias, pero el rey les convocó en palacio diciéndoles que quería hacer una campana que se oyera en todo el reino. Cuando llegaron a la "sala de la campana" les cortó la cabeza a algunos de ellos, colgándolas de una cuerda de la bóveda como si fueran el badajo de aquella gigantesca campana que, efectivamente, se oyó en todo el reino.