Enclavado a poco más de mil metros de ...
Enclavado a poco más de mil metros de altura sobre la ladera del monte Abantos, en el corazón de la Sierra de Guadarrama, San Lorenzo de El Escorial está estrechamente ligado a la historia de un gran rey: Felipe II, quien ansiaba un gran palacio que reflejara el poderío de los Habsburgo, pero que fuera a la vez un lugar de retiro donde dedicarse a la vida contemplativa y desarrollar su pasión por la ciencia y el arte. Su sueño comenzó a hacerse realidad en 1563 bajo las directivas de Juan Bautista de Toledo, aunque el Real Monasterio, finalizado veintiún años después, fue en su mayor parte obra de Juan de Herrera, inicial ayudante de Toledo.
La villa de El Escorial de Arriba se recuesta sobre el palacio-monasterio dándole al panorama una proporción más humana. Pequeño y vívido, el pueblo que nació para satisfacer la demanda de ocio y variados servicios del palacio (su Real Coliseo está considerado como el teatro en funcionamiento más antiguo de la Comunidad de Madrid), hoy continúa proveyendo buen vivir. En sus callejuelas abundan las galerías de arte y las tiendas de artesanías, aunque lo que sobresale son sus locales dedicados a la gastronomía. En su mayoría de larga tradición familiar, muchos de ellos emplazados en edificios históricos, los restaurantes y cafés de El Escorial resultan tan memorables como el Real Sitio.
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