Pero antes de todo me presentaré
Coges aire, te detienes, contemplas detenidamente el paisaje para no dejarte ningún detalle al azar, te das cuenta de que eso es imposible pero sigues observando, vuelves a dar un paso tras otro hasta que vuelves a frenar y arrancas...así hasta llegar allá donde te hayas propuesto. Esta es una de mis muchas experiencias en el lejano (o no) Perú, donde mi aventura empezará en Cuzco, el conocido como ombligo del mundo. Pero antes de todo me presentaré..
Me llamo Paula y soy educadora social. En mi último año de carrera decidí realizar un proyecto de Cooperación Internacional en este precioso rincón del planeta, y porque no lograr una simbiosis entre mi profesión y viajar. Cuando tomé la decisión de irme, no sabia muy bien hacia donde me dirigía, pero algo en mi intuia que esta experiencia se convertiría en un espacio de tiempo entre aquello que dejaba atrás y aquello que vendria después, así como en unas de las experiencias mas surrealistas en mis 25 años. Y así fue. De hecho si algo consiguió este viaje fue derrumbar parte de mi mundo, desde un punto de vista positivo, donde aquellas cosas que das por hecho, tus percepciones y esquemas se vuelcan para dar paso a novedosos aprendizajes y crecimiento personal.
Aunque mi aventura empieza en la ciudad de Cuzco, quiero compartir con el mundo muchas de las rutas que hice a lo largo de los 4 meses y entre ellas esta, un camino rodeado por gigantescas montañas, todas diferentes pero formando un gran conjunto que me llevarán a un rincón de ensueño y inimaginable. Os hablo de Shangalle, un pequeño oasis en medio de lo que parece la nada. Un recobeco lleno de color, luz y vida entre la sequía de las montañas andinas.
Para llegar hasta aquí, tenemos que dirigirnos hasta Arequipa, donde en cualquier oficina de turismo nos informarán sobre la ruta que debemos tomar para llegar a Shangalle.
