Santuario Itsukushima

Ubicado a escasos kilómetros desde la bahía de Hiroshima, es un lugar al cual todos hemos estado, ya sea físicamente o a través de las miles de estampas que hemos visto.

Datado alrededor del siglo IX, lo que hoy nos encontramos se trata de una reconstrucción del siglo XIII debido al gran incendio que asoló el templo. Construido literalmente sobre el agua, podemos ver cómo a medida que pasa el día el agua va conquistando (lenta pero segura) toda la costa y el templo en sí.

Sin duda, es un lugar mágico al cual si pasáis por Hiroshima debéis de visitar ya que el ferri que cruza la costa hacia la isla lo cubre el JP Rail. La mejor manera de ir es obviando el trayecto en tranvía (ya que literalmente tardas una hora en llegar al puerto) y cogiendo la línea del JP Rail que os dejará a escasos pasos del puerto, donde una vez montados en el ferri podréis obtener grandes panorámicas y fotos del santuario.

Una de las imágenes de Japón que más veces habrás visto cuando se ilustra este país es precisamente la de su Tori gigante de color anaranjado que se encuentra en la arena. Este Tori es la puerta de entrada al santuario Sintoista de Itsukushima-jinja, cuya estructura recuerda mucho a la de un muelle. La isla está considerada Patrimonio Mundial por la Unesco.

A mi me pareció muy bonita toda la zona frente al mar y las calles de atrás (con restaurantes y tiendas tradicionales) donde, además, te acompañarán unas simpáticos ciervos que viven en libertad. También puedes ir hasta el templo Daisho-in, ubicado a los pies del Misen.

Miyajima posee algo mágico, llegué a mediodía desde Hiroshima y debía pasar en la isla sólo una tarde y finalmente pasé un día en la isla de los ciervos.
La magía empieza cuando desde el ferry la torii aparece encima de las aguas del mar interior de Seto. Es la entrada, la puerta del templo shintoista de Itsukushima.
La observé desde todas las distancias posibles y en diferentes momento: Bajando del Mt Misen, yendo al Mt Misen, al mediodía cuando parece flotar, por la mañana, al atardecer cuando surge clavada en la arena y los turistas la frotan, y la busqué de noche.
Una de las imágenes

Antes de nuestro viaje a Japón no conocíamos la diferencia entre un santuario y un templo. Sin duda son muchas, y una de ellas muy visible está en su arquitectura. Es muy sencillo saber cuando se está llegando a un santuario por esas grandes (o a veces pequeñas) puertas de madera que los preceden y que se llaman torii. Seguramente la famosa de todas esas puertas es la del santuario Itsukushima.

Su origen se remonta al siglo VI, aunque su aspecto actual data del siglo XII. Su exterior se puede ver desde el mar y destaca el intenso color rojo con el que está pintado.
Una de las cosas que más nos llamaron la atención en este santuario es que no toca el suelo de la isla. Está construido sobre pilares y cuando sube la marea parece flotar. La razón de que edificara de este modo es que los plebeyos no podían pisar la isla, no podían llegar de otro modo que en barca cruzando el gran torii hasta desembarcar en ese templo sin tierra bajo su suelo.