Una vez comido el cochinillo de turno,...
Una vez comido el cochinillo de turno, que dicho sea de paso, me dió penilla comerlo, pero... Es que está tan rico!! Fuimos a pasear por Segovia, su catedral me dejó boquiabierta, ese despliegue de arquitectura, como un abanico que te acoge en un día caluroso;se agradece observar monumentos con un claro signo distintivo.
Pero antes de seguir descubriendo nuevas maravillas de esta ciudad decidimos subir al autobús turístico, para ver qué nos ofrecía, y os recomiendo que lo cojáis pues el recorrido os lleva a un barrio de las afueras de Segovia, y desde allí podréis contemplar Segovia en su esplendor, y apreciar mejor la monumentalidad de su Catedral y del Alcázar que resaltan nítidamente en el paisaje.
Otra cosa que me chocó de Segovia fueron sus alrededores, apenas hay nada, en sus laterales y mucho más allá el paisaje está completamente vacío, y eso para una barcelonesa como yo, acostumbrada a ver como las ciudades van creciendo monstruosamente hasta tocarse sin apenas distinguir su principio ni su fin resulta sorprendente ver a una ciudad con tanto renombre ahí, en su soledad, rodeada de silencio, como un oasis en pleno desierto.
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