El sendero de los árboles vivos
Una vez recuperado del gélido abrazo de las aguas del río Gunn, no me quedaba más remedio que andar un poco para conseguir equilibrar de nuevo mi temperatura, y he aquí que justo a unos metros del lago Gunn, partía un sendero circular que prometía ser muy atractivo.
Como siempre y al estilo neozelandés, todo está perfectamente indicado, así que como vimos que el tiempo a emplear era de apenas 45 minutos decidimos recorrerlo.
Caminos interrumpidos por enormes troncos caídos y cubiertos de musgo, altos hayedos poblados por miriadas de aves y varios senderillos que llevan de nuevo a las orillas del lago le daban un encanto casi mágico al lugar. Al no ser un camino demasiado conocido, disfrutamos esos 45 minutos en soledad y los aprovechamos para sumergirnos en esa magia que envolvía al lugar. Nos fijamos en todos los detalles, como esas protuberancias en los árboles y que podemos ver en una de las fotos causadas por bacterias que ataca periódicamente a los árboles y éstos para defenderse crean una capa aún más gruesa y con formas de lo más curiosas. Así podemos ver caras de ancianos, animales, seres mitológicos.. Durante años fueron objeto de codicia por parte de los leñadores, ya que los carpinteros les pedían especialmente esa parte del árbol, al ser madera muy dura y resistente pero al mismo tiempo fácil de trabajar.