Jardines en la hora de los gatos
No sabría qué decir de Sengan-en. Más allá de repetir lo que dicen todas las guías. Un jardín más allá de un jardín. Recostado a lo largo de la orilla de la bahía. Esta sucesión de jardines, de flores, de pabellones…. Las rocas colocadas como esculturas en sí mismas…
Y el Sakurajima. Siempre el volcán con su humo blanco apuntando al cielo, al otro lado de la bahía.
Abundan las representaciones de gatos. De todas las formas y posturas. Cuentan que Yoshihiro Shimazu, señor de estos pagos allá por el siglo XVI, amaba los gatos. Tanto es así que se hacía acompañar siempre de siete de estos animales y era capaz de saber la hora del día con tan solo fijarse en el tamaño de la pupila de sus gatos.