Dejé Túnez capital en un trencito s...
Dejé Túnez capital en un trencito suburbano atestado de gente joven. No fue fácil saber cuál tren tomar, ni subir entre tantos apretujones, ni sobrellevar los 30 minutos que demora el tren en llegar a Sidi Bou Said. Es que el tren era un desborde: Viajábamos con las puertas abiertas y había gente trepada hasta en los maleteros. Desde allí cantaban: Todo el vagón cantaba y golpeaba las paredes como si fueran tambores.
Yo no tenía miedo, pero cantaban en tunecino y no entendía nada. Ya casi llegando me enteré que eran seguidores del equipo de fútbol ‘Esperance’, felices porque habían ganado no sé qué y no sé cuándo. Ufff, qué experiencia...