Split

Disfrute de Split tan solo 4 días que por cierto, fueron inolvidables. La gente es muy amable. No solo sus habitantes, sino la gran cantidad de turistas que llegan día a día en los grandes cruceros.

Una hermosa Catedral nos recibe frente al mar. sus callejuelas adoquinadas hacen que subir o bajar desde las casitas en la montaña, sea un hermoso paseo. El Palacio de Dioclesiano es una maravilla para descubrir si te tomas todo un día. No solo su estructura. Puedes encontrarte con multiples artistas, muy buenos restó que ofrecen buena comida y a precios bastante accesibles.

La noche de Split te invita a cenar frente al mar, o tomar una cerveza preparandote para bailar con muy buena música. Hay varios museos y llegar a Split desde el aeropuerto es simple. Puedes tomar el bus al salir del aeropuerto, y te deja a pocos metros de la ciudad antigua. Un taxi puede costarte entre 30 y 40 Kunas croatas y en 15 minutos llegas. Tiene muy bellas playas.

Siguiendo la carretera de Zadar a Dubrovnik nos encontramos con Split, la segunda ciudad más grande de Croacia y enlace marítimo con varias islas croatas como Hvar, Vis y Brac.
En este viaje no teníamos mucho tiempo y no pudimos visitar ninguna isla pero por lo que cuentan merece la pena acercarse aunque solo sea a Hvar.
Split cuenta con una ciudad antigua declarada Patrimonio de la Humanidad en 1979 llena de iglesias, murallas y edificaciones de tiempos medievales, renacentistas y barrocos.
Lo más conocido es el Palacio de Diocleciano construido en el final del siglo III y principios del IV cuyos restos subsisten en el casco viejo. Este palacio fue sufriendo distintos cambios hasta convertirse en una ciudad en sí misma. Tiene 4 puertas y hay recorridos turísticos marcados para no perderse nada pero yo creo que el principal encanto es pasear sin rumbo por el enjambre de callejuelas que lo forman e ir descubriendo siglos de historia en cada esquina o sentarse a tomar un café en el peristilo frente al mausoleo e imaginar como vivían en aquella época.

El emperador romano Diocleciano pasó a la posteridad por ser un gran reformador del Imperio y por el fastuoso palacio que hizo construir en Split, en la actualidad el mayor puerto de la costa dálmata. Diocleciano fue enterrado allí en 313; a partir de esa fecha el palacio (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) tuvo diversos usos y diferentes dueños.
Es difícil explicar la sensación que causa internarse en la vieja ciudad. Las calles y los muros son de mármol y resplandecen aún de noche. Como una enorme colmena blanca, hay zonas del palacio que, tomadas hace siglos, aun hoy siguen habitadas. Probablemente sea en las murallas donde la historia de Split esté mejor grabada. A lo largo de dos milenios se han abierto allí ricas ventanas venecianas y bizantinas, y humildes ventanucos donde hoy cuelga la colada.