Kris por el mundo
Rico y económico
Cuando llegamos a Blagoevgrado ya era de noche. Y no queríamos demorarnos mucho en la búsqueda de restaurante. De modo que hicimos caso a la dueña del apartamento que habíamos reservado y bajamos a cenar en el restaurante que había en la entrada al edificio.
Tenía un coqueto comedor interior, pero hacía buena noche y decidimos cenar en la terraza. Lo mejor fue la carta, la mitad de las cosas no sabíamos que eran, pero gracias al poco inglés que hablaba el camarero fuimos aclarando cosas y terminamos cenando unas deliciosas ensaladas y unos platos de pasta que nos supieron a gloria. Fue
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