Pedazo de la historia
Támara de Campos es un pueblo plagado de historia. Recorrer sus calles, oír conversaciones de sus habitantes es como revivir historias de las que nos contaban nuestros abuelos. Paseando se ve la huella de la modernidad en las numerosas casas que se están haciendo nuevas, pero ello no le quita el encanto de sus casas antiguas, sus escudos desgastados, muros de corrales hechos de adobes de barro y paja, los restos de sus bodegas que evidencian el paso del tiempo y el abandono, su alma de pueblo. Los campos que lo rodean forman una extensa llanura verde en la que sobresalen construcciones de adobes, antiguos palomares.
Una de las bodegas tenía un gran boquete en una de sus paredes y se podía ver el antiguo sistema de prensado del vino, formado por enormes vigas y piedras que prensaban las uvas, bajando el jugo por una canalización hacia el subsuelo donde se dejaba fermentar. En lo alto del pueblo destaca la impresionante Iglesia de San Hipólito y el "castillo", una pequeña Iglesia templaria. Desde esta pequeña colina se divisan los Picos de Europa.
En las afueras sorprende un gran círculo de piedras. Parece que son los vestigios del primer "parlamento" de Támara, en épocas antiguas sobre esas piedras se sentaban los principales del poblado y dirimían las decisiones.
Destacan pueblos de alrededor como Santoño o Frómista de bellas iglesias.
A la vuelta nos pilló una nevada que amenazaba con no dejarnos salir de allí pero afortunadamente pudimos dejarla atrás.


